Cualquier cambio que se produzca en nuestra cavidad oral puede influir en la emisión de la voz, tono y características. Hoy te hablamos de los aspectos bucales que están estrechamente relacionados con la forma de hablar:
Ausencia de piezas dentales: está demostrado que carecer de parte de la dentadura puede suponer complicaciones en la emisión de la voz. La cantidad de aire que soltamos al hablar experimenta variaciones y se modula de forma diferente, modificando nuestra pronunciación.
Disposición de los dientes: si la mala colocación provoca problemas para cerrar la boca o dolores en la mandíbula, también afecta a la hora de emitir tonos más agudos o graves. Incluso la propia anatomía bucal puede determinar cómo se modula el aire y alterar la forma de hablar.
Enfermedades dentales: si has experimentado alguna infección o enfermedad bucal, te habrás dado cuenta de que las molestias sufridas pueden ocasionar problemas a la hora de expresarte o de mover la boca. Es evidente que estas circunstancias influyen directamente en el habla.
Tu edad, el tamaño de tu cavidad bucal, la disposición de tus dientes y el estado de tu salud bucodental son aspectos que van a determinar el cepillo de dientes que necesitas.
Edad: en la niñez es importante utilizar cepillos cuyo mango permita una sujeción sólida y tenga un cabezal redondo para que el cepillado no sea agresivo con las encías ni con el esmalte dental.
Tamaño de la boca: si presentas una cavidad bucal relativamente pequeña, es importante que elijas un cepillo dental cuyo cabezal tenga una dimensión reducida. De ese modo, podrás garantizar el acceso y la limpieza de todas las piezas dentales de tu boca.
Dureza: existen cepillos en formato fuerte, medio o suave. Los primeros, fuertes, disponen de unos filamentos más gruesos diseñados para obtener una mayor sensación de arrastre en el caso de que sientas tu boca fuerte. Los segundos, medios, son menos agresivos y limpian los dientes con un grado de presión menor. Los últimos, suaves, son recomendables cuando tus encías estén un poco más sensibles.
Salud bucodental: si tienes los dientes y encías altamente sensibles, acabas de pasar por una intervención quirúrgica o llevas ortodoncia, es aconsejable utilizar un cepillo de dientes concreto y es muy importante hacer uso del adecuado.
El sentido del gusto está relacionado con la capacidad para detectar los distintos tipos de sabores existentes. A nivel científico se han clasificado cinco: dulce, agrio (ácido), amargo, salado y umami (sabroso).
A continuación, detallamos algunas de las principales causas de las alteraciones del gusto:
Infecciones y patologías: las infecciones del sistema respiratorio, como un resfriado común, la gripe o la sinusitis, pueden afectar al sentido del gusto temporalmente. Condiciones como la diabetes o enfermedades autoinmunes también pueden alterar la percepción de los sabores.
Fármacos y tratamientos médicos: ciertos medicamentos, como antibióticos y medicinas para la presión arterial alta, pueden causar un gusto metálico o alterar la percepción del gusto.
Problemas bucodentales: la caries, las enfermedades de las encías, las infecciones bucales y la mala higiene oral pueden modificar el gusto. La presencia de prótesis dentales y otros aparatos orales también pueden contribuir a este problema.
Deficiencias nutricionales: la falta de ciertos nutrientes, como la vitamina B12, Zinc y algunos antioxidantes, puede llevar a cambios en el gusto.
Envejecimiento: con el paso de los años, es normal experimentar una disminución en la sensibilidad de las papilas gustativas, lo que puede modificar la forma en que percibimos los sabores.
Las encías sanas presentan un color rosado, son firmes y con una textura granulada y formas suaves. Tampoco duelen ni dan sensibilidad y deben de cubrir la raíz del diente. La papila interdentaria tiene que terminar en forma de punta de flecha.
Si ves que tus encías tienen un color rojizo o morado, se vuelven blanquecinas cuando las aprietas, están brillantes y estiradas o si presentan un tono blando o como si estuvieran rellenas de líquido, es momento de acudir a una clínica dental.
Principales signos de alarma de la gingivitis:
Inflamación de encías: una de las primeras manifestaciones de la gingivitis es el enrojecimiento, hinchazón e inflamación de las encías.
Sangrado gingival: otros síntomas más comunes son el sangrado de encías, que puede ocurrir al cepillarte los dientes o al utilizar hilo dental. Suele ser leve, pero en ningún caso debe de ignorarse.
Halitosis: muchas personas la padecen de manera ocasional. No obstante, si no consigues deshacerte del mal aliento, a pesar de seguir una rutina de higiene oral correcta, puede ser indicativo de la presencia de un problema.
Retracción y sensibilidad de encías: si la gingivitis no se trata en su fase más temprana, puede empeorar y provocar que las encías retrocedan y dejen expuesta la raíz de los dientes, causando dolor y sensibilidad dental y gingival.
Los dientes torcidos suelen provenir de alguna de las siguientes causas:
🔶 Genética: las causas genéticas son las más comunes. Es habitual que este tipo de problemas se hereden: el apiñamiento, maxilares mal alineados que provocan sobremordidas o submordidas, el tamaño y la forma de la mandíbula, un exceso de piezas dentales o un desarrollo dentario o palatal deficiente, etc.
El irrigador bucal, de comercialización doméstica, está compuesto por un depósito de agua, una bomba y una boquilla a través de la cual sale el agua a presión.
En principio, la utilización frecuente de este sistema de limpieza bucodental, cada vez más de moda en nuestro país, suele ser beneficiosa para nuestra salud bucodental. Sin embargo, debe de estar prescrito por parte de tu dentista.